sábado, 15 de noviembre de 2014

El ferrocarril de La Robla: 1894-2014

El ferrocarril de la Robla, fue inaugurado el 11 de agosto de 1894, por lo que este año ha celebrado su 120º aniversario. Se trata de la línea de vía estrecha más larga de Europa Occidental, con un total de 335 Km. Su recorrido atraviesa las provincias de León, Palencia, Cantabria, Burgos y Vizcaya.

La foto que podemos ver a continuación obtenida el 21 de abril de 1924 en la estación de Valmaseda nos muestra al Consejo Directivo de la compañía, y subido en la primera locomotora Alejandro Goicoechea Oriol, ingeniero inventor del TALGO, se celebraba entonces el 30º aniversario del ferrocarril. No hay indicación del fotógrafo.

Ferrocarril de La Robla. Estación de Valmaseda 21/04/1924. Consejo Directivo e Ingeniero Alejandro Goicoechea Oriol
En Cantabria, la principal estación de la línea era la de Mataporquera, donde también estaba uno de los talleres, y que era lugar de confluencia con la línea de ancho ibérico, facilitando la cooperación en el tráfico entre ambos anchos de vía.

Mataporquera. Estación y vías F.C. Robla. Foto Rojo 1966. Postal coloreada.
El paulatino descenso del número de pasajeros llevó a su clausura en 1991. Posteriormente fue reabierto y utilizado como servicio de cercanías en la áreas de influencia de León y Bilbao y se pusieron en marcha trenes turísticos como el Expreso de la Robla y el Transcantábrico.

1 comentario:

Juan González Ruiz dijo...

Espléndida foto, José Antonio, que merece algún comentario añadido por su valor documental.
La compañía del Ferrocarril Hullero de La Robla a Valmaseda quiso hacer coincidir la celebración de su trigésimo aniversario con la recepción de las cinco locomotoras encargadas a la casa alemana Linke Hofmann Werke, de Breslau (la polaca Wroclaw actualmente), con rodaje 131T, que numeró de la 16 a la 20 y bautizó con los nombres de destacados accionistas de la compañía. Bien se nota cómo relucen todas, especialmente la número 20 dedicada a Juan C. Calvo Ulecia y que sirve de fondo al retrato “de familia” en un soleado día primaveral que ha llevado a algunos de los trajeados consejeros a prescindir del sobretodo pero no del sombrero.
Caso distinto es quien se muestra en la cabina, el joven ingeniero Alejandro Goicoechea Omar (y no Oriol, apellido de su socio capitalista en la posterior aventura del “tren articulado ligero”, que pasaría a formar parte del famoso acróstico “TALGO”): contaba a la sazón 28 años recién cumplidos, y había ingresado a los 16 en la Academia de Ingenieros Militares de Guadalajara, para alcanzar en 1921, tras pocos años de servicios en el Regimiento de Ferrocarriles, el grado de Capitán de Ingenieros. Sin embargo, su devoción por los ferrocarriles le llevó a abandonar el ejército y entrar en “el hullero” hasta el comienzo de la guerra de 1936. Desde entonces hasta su fallecimiento en 1984 su biografía está llena de hechos notables, algunos encomiables y otros reprobables.
Pero eso es otra historia.