sábado, 24 de marzo de 2018

Retablo fotográfico de cántabros ilustres (6): El escultor Manuel Cacicedo

Estando a las puertas de Semana Santa, incluyo en esta serie "Retablo fotográfico de cántabros ilustres" al escultor Manuel Cacicedo Canales (1909-1990), nacido en la localidad cántabra de Rasines.

El escultor Manuel Cacicedo, terminando el Cristo de la tercera caída (1952). Autor desconocido.


En el Diario Montañés de 25/03/2013 el periodista J. C. Flores Gispert, ofrece los siguientes datos biográficos:  "Desde los 18 años se dedicó por completo a la escultura, ingresando en el taller de Moisés Huerta y más tarde ingresó en la escuela de Artes y Oficios de Bilbao (1927-1936) y luego optó a la beca de la Diputación de Santander a «los artistas más capacitados de la provincia para que amplíen estudios», siéndole denegada. Ello marcó el autodidactismo que caracterizo su trayectoria. En 1941 ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y continuó su formación en la de Artes y Oficios de Santa Isabel de Hungría en Sevilla. A partir de 1949 se inicia su periodo de madurez artística. Aunque predominó el tema religioso en su obra, no faltan en él ejemplos de otros géneros escultóricos, como bustos o estatuas de cuerpo entero". 

En la fotografía que arriba se muestra, dedicada de su puño y letra, lo vemos en su estudio de San Román de la Llanilla, trabajando en el Cristo de la tercera caída (1952), para la Hermandad de la Pasión del Señor, de Pamplona. 

Reverso de la fotografía, que como puede apreciarse, fue recortada para enmarcar.


miércoles, 7 de marzo de 2018

En Éxtasis: Las apariciones de Ezquioga (1931-1932).



En Éxtasis: Las apariciones de Ezquioga (1931-1932). 



El próximo 9 de Marzo se inaugura en la Sala Ángel de la Hoz del Centro de Documentación de la Imagen de Santander (CDIS), del Ayuntamiento de Santander, la exposición "En Éxtasis. Fotografías de las Apariciones de Ezquioga (1931-1932)", que estará abierta hasta el 1 de Mayo.







En el origen de esta exposición está el hallazgo en un rastro de los negativos de cristal,  preparados para la edición de tarjetas postales, que realizó en 1931-32 el fotógrafo santanderino José Martínez Cajigas, editor de estampas religiosas. Martínez también era el fotógrafo "oficial" del Cristo de Limpias, sobre el que igualmente había editado tarjetas postales de recuerdo, que se vendían a los peregrinos que acudían a venerar la imagen. Junto con los negativos de los videntes de Ezquioga, también estaban los del Cristo de Limpias.
 
Sobre para negativos de cristal del fotógrafo José Martínez Cajigas.

Posteriormente, localicé en otro rastro un cuadernillo de tarjetas postales editadas por el fotógrafo de Tarrasa Joaquín Sicart, quien además de documentar la escenas de éxtasis de los videntes, abrió un establecimiento en Ezquioga en una de cuyas paredes aparecía anunciado "Fotografía rápida. Retratos de los videntes de Ezquioga. Se retrata al minuto", según indica Alberto Martín en el libro de Julia Montilla "Ezkiozaleak, un relato fotográfico sobre los seguidores de las apariciones de Ezkioga". 

Ezkioazaleak. Un relato fotográfico sobre los seguidores de las apariciones de Ezkioga. Edición Julia Montilla.

En la imagen que ilustra la tarjeta de la exposición, que se reproduce al principio, podemos ver un improvisado puesto de venta de recuerdos, rosarios, medallas y postales. La imagen presente una curiosa particularidad, no sabemos si intencionada o fruto de la casualidad, pues parece que un rayo de luz ilumina las manos de una vidente, en lo que parece ser un proceso químico de óxido-reducción que ha afectado al negativo. No conozco ningún positivo de la época, obtenido de este negativo, lo que nos ayudaría a saber si el efecto fue buscado o casual. 

Ezquioga. Vidente de Ataún en éxtasis. 21-12-1931. Foto José Martínez Cajigas.


Ezquioga. Benita Aguirre de Legazpia en éxtasis. 21-12-1931. Foto José Martínez Cajigas

Ezquioga. Jesús Delcoro de Villafranca en éxtasis 12-1931. Foto José Martínez Cajigas


Recuerdo de Ezquioga. Composición con Virgen, seis de los videntes y panorámica del lugar de las apariciones. Foto José Martínez Cajigas

Ezquioga. Niña vidente Benita Aguirre de Legazpia en éxtasis. Foto José Martínez Cajigas

Julia Montilla, en su texto, nos recuerda que "la venta y distribución de estas fotografías fueron prohibidas debido a su carácter heterodoxo. Con ellas se puso en circulación un  relato herético a un tiempo que se cuestionó el monopolio de la iglesia para mediar con lo sobrenatural e interpretarlo... Entre los motivos para prohibir en su día las imágenes se encuentran, probablemente, su capacidad para inducir conductas imitativas, la turbación emocional que provocaban o el hecho de que impulsaban a la idolatría de las personas retratadas... A los videntes y creyentes de Ezquioga se les estigmatizó denominándolos txotxoloak (sonados)... Los fotógrafos de Ezquioga  utilizaron referentes pictóricos como elemento cultural para autenticar los hechos. Por ello las imágenes están a medio camino entre el pictorialismo y el realismo... Lo singular de las fotografías de Ezquioga es que perturban como probablemente no lo harían los hechos reales. La cámara condensa en en pocas imágenes un acontecimiento de larga duración, fotografiando los momentos más relevantes o dignos de representación -según la intención moral del autor-, sobre los que se aplica el punto de vista que más conmociona. El acontecimiento se dramatiza mediante los encuadres y la selección de las poses más perturbadoras."

Por lo que respecta a la historia de estas "apariciones", el 29 de Junio de 1931, en Ezquioga, una aldea del País Vasco en la provincia de Guipúzcoa, los niños  Antonia y Andrés Bereciartúa anunciaron que se les había aparecido la Virgen. A finales de 1931 aproximadamente un millón de  personas había ido hasta allí para escuchar los relatos de los dos niños, y los de más de cien «videntes», que habían tenido también visiones de la Virgen y de santos, según explica el hispanista británico Raymond Carr, comentando el libro de William A. Christian Jr. “Visionaries: The Spanish Republic and the Reign of Christ”, el más completo estudio actual sobre estas “apariciones”.
Tan sólo mes y medio antes, el 14 de abril de 1931, se había proclamado la República y los acontecimientos de esos meses constituyeron el telón de fondo inmediato de las apariciones. La mayoría de los políticos republicanos, entre ellos Manuel Azaña, querían convertir a España en un estado moderno, secular y no confesional, pero en mayo de 1931 por toda España ardieron numerosos conventos e iglesias, y en esa atmósfera cataclísmica prosperaron los videntes. Pero para noviembre de 1931 el mundo exterior se había vuelto en contra de Ezquioga. Sin la bendición oficial de la Iglesia, concedida a Lourdes y Fátima, los visionarios no podían sobrevivir – explica Raymond Carr -  y la bendición fue denegada. Las autoridades civiles cercaron el descampado y prohibieron el acceso al lugar donde se producían las "apariciones", y algunos de los videntes fueron internados en el psiquiátrico de Mondragón.
El hispanista católico irlandés Walter Starkie visitó Ezquioga cuando las apariciones estaban en su máximo auge, y dedicó un capítulo de su libro “Spanish Raggle-Taggle”  a estos sucesos. Después de analizar las historias que le contaron y de ver los hechos que allí ocurrían, concluyó bastante convencido que grupos contrarios al gobierno estaban utilizando los sucesos de Ezquioga como herramienta política en su lucha contra la laica Segunda República.
El Gobierno republicano comisionó discretamente al Dr. Gregorio Marañón para que investigara los hechos, y éste, informó que “los fenómenos de Ezquioga no pertenecían a la Ciencia, sino a otros estados de conciencia”.

En otros aspectos, el asunto de las "apariciones" de Ezquioga ha sido abordado por el escritor Pío Baroja que escribió en 1932 la novela "Los visionarios", dentro de su trilogía "La selva oscura", y más recientemente por el director y guionista cántabro Manuel Gutiérrez Aragón en su película "Visionarios" de 2001.

Por lo que respecta a los fotógrafos y siguiendo los datos aportados por William A. Christian y Alberto Marín, "hubo muchos fotógrafos que tomaron imágenes de lo que allí ocurría, desde autores anónimos, simples espectadores creyentes o escépticos, hasta un buen número de reporteros gráficos de distintos medios... sin embargo hubo sobre todo tres fotógrafos que se dedicaron con continuidad a registrar las visiones y cuyos trabajos forman claramente un conjunto bien diferenciado. Se trata de José Martínez, procedente de Santander, Joaquín Sicart, de Tarrasa, y el francés Raymond de Rigné. Los tres eran creyentes y favorables no sólo a las visiones y su naturaleza sobrenatural, sino también a los propios videntes", esta posición hace que su punto de vista se adentre "en el campo de la prueba, la exaltación y la conmemoración... y registren la devoción y la comunión espiritual que provocan las visiones". Por otro lado encontramos a fotógrafos como Jean-A. Ducrot o Pascual Marín que trabajaban para medios franceses o vascos, en los que se observa una diferente mirada donde retratan "el desarrollo de un suceso digno de ser fotografiado por el interés informativo... registrando la afluencia de público, el poder de convocatoria de las visiones, la llegada masiva de automóviles a la zona, el lugar donde se desarrolla la noticia, y retratan a los asistentes o a los protagonistas con espontaneidad y naturalidad".   

Si algún lector tiene información sobre el fotógrafo José Martínez Cajigas, le agradeceré me haga llegar cualquier aportación.