Tanto se extendió entre la nobleza y la burguesía española la moda de
tener un ama de cría pasiega, que su traje regional llegó a
identificarse con el trabajo de ama de cría, y pasó a considerarse casi
como un uniforme de trabajo. Para estas familias de la clase alta era un
símbolo más de distinción social que su vástago fuese paseado por una
nodriza engalanada con su traje de pasiega. Un paso casi obligado en
este ritual de ostentación era la visita al estudio del fotógrafo,
donde el ama de cría y el niño se hacían retratar luciendo sus mejores
galas, obteniendo así un recuerdo para la posteridad y una fotografía
más que añadir al álbum familiar.
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Retrato de ama de cría pasiega. Carte de Visite. Fotógrafo L. Ynfante, Madrid. Circa 1865 |
Durante años he ido reuniendo en mi
colección todos los retratos de amas de cría pasiegas que tuve ocasión
de adquirir, con el límite lógico de que tuviesen un precio razonable. A
fecha de hoy son cerca de cuarenta los que he conseguido reunir.
Los
doce retratos que veremos en esta entrada han sido seleccionados entre
ese conjunto por Gustavo Cotera, experto en indumentaria tradicional y
autor de numerosas publicaciones sobre el tema, con cuya valiosa
colaboración vuelvo a contar en esta bitácora. La selección se ha
realizado atendiendo a criterios etnográficos, no fotográficos, aunque
en la mayor parte de los casos coincide el interés y riqueza del atuendo
con la profesionalidad del fotógrafo, para mayor disfrute del
espectador. Los retratos abarcan diferentes técnicas y formatos, y su
ámbito temporal se ciñe al siglo XIX, desde 1860 a 1895 aproximadamente.
Algunos de los más tempranos, son contemporáneos a las fotografías de
amas de cría pasiegas que se conservan en la colección Castellanos, de
la Biblioteca Nacional.
A
partir de este punto doy entrada a Gustavo, quien después de realizar
una introducción sobre lo que supuso el ama de cría pasiega, nos
comentará los detalles más significativos de cada uno de los retratos
seleccionados.
Doce amas de cría al uso de Pas, comentadas por Gustavo Cotera.
Desde
la antigüedad se conoce la figura de la nodriza, generalmente una joven
madre campesina a quien se contrataba para amamantar a los hijos de los
ricos, y así las elegantes recién paridas no estropeasen sus cuerpos.
Ya en la segunda mitad del XVIII se distinguían las pasiegas por ejercer
tal oficio en gran parte de España: robustas, sanas y tiernas con los
niños, su fama creció hasta el punto que mujeres de otras regiones se
hacían pasar por pasiegas imitando su habla y su traje. Decir pasiega
era decir ama de cría - y así lo recoge el diccionario - a pesar de que
asturianas, vascas y gallegas competían con ellas en el mercado lácteo.
Pero a todas sobrepujaron las de Pas, y su indumento vino a erigirse en
distintivo de la profesión, si bien hubo excepciones vestidas al uso de
su rincón nativo.
Con
la entrada de las pasiegas en Palacio para criar a los vástagos reales,
las cabañeras se encumbraron aún más si cabe: desde la reina a la
esposa del banquero, aristócratas y burguesas hacían ostentación de su
pasiega, luciéndola en el paseo, en el teatro y en la iglesia. Llegado
el término de la lactancia, la nodriza volvía a su aldea con espléndidos
regalos y un buen montón de duros de plata.
1.- Fotografía de Leandro Desages, Santander.
Fotografía
cuyo mayor mérito es su antigüedad; el ama, de rostro varonil y su poco
de bozo, viste sobrio jubón y delantal guarnecidos de terciopelo,
siendo la saya de tartán, género de cuadros escoceses que hizo furor en
el Romanticismo, y que pronto incorporaron las pasiegas a su traje.
Destaca en la campesina su pulcro peinado y el pañuelo velando el pecho,
tal y como lo disponían campurrianas, lebaniegas y montañesas en
general. Se diría que trae enormes pendientes de filigrana, pero lo
borroso de la imagen no deja afirmarlo.
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Retrato de ama de cría pasiega con niño. Leandro, Santander. Circa 1865. |
2.- E. Juliá, Fotógrafo, Madrid.
Sonríe
aquí el ama esforzándose en sujetar al pequeñín, que niño es el
retratado, pues desde antiguo los críos varones gastaban faldamentas
hasta los tres o cuatro años. Va la nodriza correctísimamente vestida,
peinada y tocada al uso de Pas, aunque sin los rutilantes galones,
cadenas y alamares tan característicos de su oficio, una austeridad que
seguiremos viendo en otros retratos y que choca con el arquetipo del ama
de cría empavesada como un galeón. Sí parece llevar alfilerones al
moño, además de corales al cuello y las orejas.
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Retrato de ama de cría pasiega con niño. E. Juliá, Fotógrafo, Madrid. Circa 1865 |
3.- L. Ynfante, Fotógrafo, Madrid.
Soberbio
retrato que nos muestra el empaque de aquellas mujeronas de Pas, de
airosa chaquetilla, peto escarlata y sayas sobrepuestas hasta lograr el
volumen de una campana, acudiendo incluso a rellenar las caderas para
que más abultasen; apreciamos los grandes pendientes "de pata y careta",
las gargantillas de coral, las pesadas cadenas de donde colgar
relicarios, cruces y medallas; y, si nos fijamos más, vemos que la
lugareña con porte de reina trae los dedos de ambas manos engastados en
tremendas sortijas, lujo que ya observó Amós de Escalante en el siglo
XIX, cuando dice de la pasiega: "...en sus manos centellea muchedumbre de anillos".
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Retratos de ama de cría pasiega, sola y con el niño. Cartes de Visite. Fotógrafo L. Ynfante, Madrid. Circa 1865. | | | | | |
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Detalle de ambas manos ensortijadas con aire orientalizante, atribuyendo quizás a estos anillos una virtud secreta. |
4.- Fotografía de Leandro Desages, Santander.
Otra
nodriza en arreo pasiego tan elegante como severo; chaquetilla,
delantal, saya y peto van en el mismo tono, sin más joyas que los largos
pendientes, algo que se contradice con el atávico afán de la chatarucia
por alhajarse. A notar, igualmente, que el delantal sólo se adorna
abajo y no por los costados, lo que le merma prestancia. Concesiones al
gusto burgués parecen la doble guarnición de las bocamangas y el
desplazamiento de la raya del peinado. Y, como curiosidad, si ampliamos
la foto, veremos la forma de aplicar las cintas de terciopelo en saya y
delantal, cosidas sólo por su borde superior en un ahorro de hilo y
trabajo.
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Retrato de ama de cría pasiega. Formato Cabinet. Fotógrafo Leandro Desages, Santander. Circa 1870. |
5.- M. Hebert, Fotógrafo, Madrid.
Lo
primero que nos llama la atención en esta nodriza son sus tremendas
arracadas de monedas de plata, como de monedas de plata son los gemelos
que abrochan el cabezón de su camisa. Pendientes así, a menudo
acompañados por un collar a juego, constituían las señas de identidad
del ama de cría pasiega; la del retrato luce gruesos corales, la
chaquetilla y saya conjuntadas, mientras el delantal y el pechero
muestran diferente tonalidad. El acomodo del pañuelo no es el garboso y
empingorotado de otras variantes locales.
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Retrato de ama de cría pasiega con niño. Formato Cabinet, Fotógrafo M. Hebert, Madrid. Circa 1875. |
6.- Fotografía de Leandro Desages, Santander.
Es pena
que tan guapa pasiega se haya desvanecido al paso del tiempo, pero
todavía podemos imaginar su gallarda planta vestida de rico tartán, el
delantal vareteado de terciopelo y esterillas de oro, monedas de plata y
rojos corales en orejas y garganta, y todo el primor en su peinado, las
trenzas recogidas en moño donde cabalga un pañuelín de seda. Juzgo como
atildaduras burguesas el cuello de puntillas y el desmesurado lazo
trasero, una de cuyas caídas asoma hacia la esquina inferior.
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Retrato de ama de cría pasiega con niño. Formato Cabinet, Fotógrafo Leandro Desages, Santander. Circa 1875 |
7.- Fotografía de Adolfo Eguren, Valladolid.
Contemplamos
un ama de delicado rostro y manos de gañán, con una de las cuales
empuña el abanico. Su traje acusa la innovación de fundir chaquetilla y
pechero en un solo cuerpo de escote cuadrado, novedad poco afortunada
que se divulgó entre las nodrizas hasta bien entrado el siglo XX.
También se resiente de modernez el primitivo peinado de raya en medio,
desplazándola a un lado. La saya sí conserva la fanfarrona prestancia de
las "pegas" de terciopelo orilladas de ancho galón de oro o plata, por
norma el oro para los tonos granas o verdes, la plata para el azul.
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Retrato de ama de cría pasiega con niño. Formato Boudoir (cartón de 135x215 mm), Fotógrafo Adolfo Eguren, Valladolid. Circa 1875 |
8.- Fotografía de Alfredo Esperón, Madrid.
Todo
contribuye a darle un especial encanto a esta fotografía: los finos
rasgos de la joven ama de leche, el teloncillo con el sendero entre
abedules y el contraste de la moda campesina y el lujo de la criatura.
Va la nodriza a lo pasiego, pero, tan sencilla que, prescindiendo del
aderezo de monedas, bien podía echarse a los caminos con el cuévano a la
espalda vendiendo queso y manteca.
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Retrato de ama de cría pasiega con niño. Formato Cabinet, Fotógrafo Alfredo Esperón, Madrid. Circa 1875 |
9.- Fotógrafo E. Otero, Madrid.
Hacia 1840 escribe el francés Teófilo Gautier acerca de las numerosas amas de leche que pululaban por Madrid: "
Las
pasiegas de Santander, con su traje nacional, son consideradas las
mejores nodrizas de España; llevan una saya de paño rojo y un jubón de
terciopelo negro". Junto a estas pasiegas de rojo y negro, había
otras de sayas verdes, azules, amarillas..., colores rotundos al gusto
de las cabañeras; pero, poco a poco, se fueron introduciendo en el
vestir campesino refinados cromatismos que las clases altas escogían en
su pugna por ver quién lucía la nodriza más elegante. Un buen ejemplo lo
tenemos aquí: coloreada la estampa según las prendas originales, vemos
armonizar el suave paño color de lila con el terciopelo púrpura y el
negro delantal, todo con pasamanos de oro; sobredorada, asimismo, la
plata de botonaduras, cadenas, cruz y pendientes, en una de cuyas
monedas aún se distingue la efigie de Alfonso XII.
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Retrato de ama de cría pasiega con niño, coloreada. Formato Boudoir, Fotógrafo E. Otero, Madrid. Circa 1895 |
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Detalle de la fotografía anterior, donde se puede apreciar en los pendientes la efigie de Alfonso XII. |
10.- Audouard y Cía, fotógrafos, Barcelona.
Esta
nodriza, pese a ser de las más modernas, sí que lleva perfectamente
dividida al medio la mata de pelo, detalle el del peinado que nunca debe
pasarse por alto, pues tanta propiedad confiere al traje. Lucieron las
cabañeras largas trenzas a la espalda, si bien para cargar el cuévano
las arrollaban en moño. Poco a poco el rodete se fue imponiendo, como
vemos en la imagen, envuelto en un airoso pañuelo de seda. El resto del
traje sigue fiel al modelo pasiego, los pendientes tradicionales aquí
transformados por la fantasía del platero.
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Retrato de ama de cría pasiega con niño. Formato Cabinet (fotografía inalterable al carbón). Fotógrafo Audouard y Cía. Barcelona. Circa 1895. |
11.- Fotografía de Pau Audouard, Barcelona.
Para
acabar, la fotografía más moderna del presente grupo; nos lo indica el
peinado en boga a finales del XIX y principios del XX, cuando elegantes y
menestralas se ahuecaban el cabello sobre un churro de crepé, o pelo
artificial; sin embargo, se preserva el inconfundible perfil de la
pasiega en esta morenuca que sostiene el sonajero de plata de la cría:
ahí está el pañuelo "a lo vivo" , los pendientes de monedas y las
cadenas, aunque el pechero ya sea un simulacro. Se distingue el alto
cabezón de la camisa vuelto en dos picos, insólito remedo de la camisa
masculina que estilaron las pasiegas.
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Retrato de ama de cría pasiega con niño. Formato Cabinet, Fotógrafo Pau Audouard, Barcelona. Circa 1900.
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